Como dietista-nutricionista siempre hay alguien de mi alrededor que me dice que “está a dieta”. Pero ¿de qué sirve “estar a dieta” en la forma coloquial si no tenemos en cuenta otras cosas de la vida que sí son importantes para ti? Como es algo que no me gusta, hoy voy a hablar de las 9 razones por las que no “estar a dieta”.
Hace unas semanas vino una paciente joven que ya había pasado por diferentes dietas y solo decía que quería otro enfoque, que no era efectivo hacer una dieta. Y es verdad, no existe tal efectividad. La única efectividad es la de llenar los bolsillos de ciertas empresas que quieren que te creas que perderás todo lo ganado durante tu vida en un par de meses consumiendo sus productos.
Seguramente hayas conocido o escuchado alguna dieta de una “empresa X” en la que además de la dieta hayan colocado algún tipo de producto, por ejemplo un quema grasas.
¿Es bueno “estar a dieta”?
Primero explicar que la palabra dieta no significa realmente pasar hambre o dejar de comer ciertos alimentos (esto es lo que coloquialmente le hemos dado como significado), sino que realmente significa es “estilo de vida”. Tu estilo de vida puede ser sano o insano.
Respondiéndote, siento decirte que no. Una vida entera con unos hábitos no se va a cambiar de la noche a la mañana como si de un milagro se tratase. ¿Acaso dejar de fumar se puede dejar de un día para otro?, por poner un ejemplo. Los dietistas-nutricionistas no tenemos esa varita mágica para que consigas tu objetivo irreal. Lo que tenemos es una formación para ayudarte y una misión muy específica para no poner en juego tu salud con la evidencia científica.
Razones para no “estar a dieta”
1. Conocer tus debilidades y fortalezas de tu estilo de vida.
Conociendo cuáles son tus debilidades y fortalezas en cuanto a alimentación y estilo de vida será más fácil actuar sobre aquellas cosas que te entorpecen tu día a día.
Focalizándote en una debilidad en concreto, apoyándote en una fortaleza puede ser un buen primer paso.
2. Tomar tu responsabilidad.
Desde la perspectiva del dietista-nutricionista si exiges como paciente una dieta realmente no vas a cambiar. Sobre todo si en esa dieta no participas y es impuesta existe una resistencia al cambio importante.
Muchas veces da la sensación de que el paciente se lleva la dieta, menú o planificación dietética, la pone en la nevera con un imán y hasta la siguiente visita se queda ahí. Es como si tener el papel en la nevera tuviera un efecto mágico.
Digo esto porque es habitual que vengan los pacientes a la consulta diciendo que no han hecho nada.
Así que no le eches la culpa a la dieta y analiza cual es tu parte de responsabilidad en este cambio que intentas hacer.
3. Cambiar hábitos para toda la vida.
Como he dicho anteriormente, muchas veces ocurre que como paciente te limitas a dar unos pasos pautados por el profesional. Puede ser que esos pasos no vayan contigo, aunque consigues tu objetivo de bajar de peso en X tiempo.
Lo malo es que al conseguir tu objetivo o al irte de vacaciones o tener una celebración importante, vuelves otra vez al estilo de vida anterior. Con lo que vuelves a subir de peso, a no encontrarte igual de bien como cuando seguías las pautas.
Por ello, es importante recalcar que cambiar tus hábitos es para toda la vida y no debe ser para un tiempo determinado.
4. Aprender a elegir.
Si se realiza un cambio de hábitos con una adecuada educación en salud, como paciente puedes aprender a elegir adecuadamente en cada comida, celebración o evento.
Lo más importante es que no tendrás que recurrir a técnicas compensatorias, más que nada porque se trata de atajos que no sirven para nada.
5. Hacer los cambios paso a paso.
Cuando decides aprender a hacer algo nuevo, como aprender un idioma o conducir, comienzas por los pasos básicos, no todo a la vez ¿verdad?
Pues bajar de peso sin poner en riesgo tu salud y sin volver a recuperar lo perdido es igual.
Si decides hacer todos los cambios a la vez posiblemente aparecerá alguna resistencia. Si te enfocas en realizar un solo cambio sencillo y que sepas que puedes conseguir, te dará ánimos para ir a por el siguiente.
6. Afianzar tus conocimientos y tener la mente abierta.
Muchas veces como paciente crees que lo sabes todo, que lo estás haciendo todo bien y que no entiendes porque no bajas tu peso.
Si eso ocurre hay algo que no haces del todo bien. Puede ser que porque creas en una serie de mitos. Por eso hay que tener la mente abierta a nuevas evidencias y no quedarte anclado en algo que te contó la vecina del quinto.
7. Ganar en el día a día.
No te obsesiones con el peso. Hay pacientes que llegan a consulta y solo quieren pesarse como si fuera un examen.
Es importante parar y analizar cómo estás mejorando tu salud cada vez que vienes a la consulta.
¿Tienes más energía? ¿Puedes ponerte los calcetines? ¿Te sientes más ágil?
En esas preguntas te tienes que centrar y no en cuanto has perdido.
8. Prevenir y tratar enfermedades.
Cambiar tu alimentación y tu estilo de vida no consiste solo en bajar peso.
Sino en prevenir enfermedades no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes. Y ayudar en el tratamiento a enfermedades diferentes a las anteriores.
9. Ser agente de salud.
Para mí creo que este es uno de las razones más bonitas, ya que teniendo en cuenta todo lo anterior puedes hacer el regalo más importante a los que te rodean: que aprendan a cuidar su salud.
El primer día que una paciente me dijo que muchas de las cosas que aprendía en consulta también las hacía con sus hijos casi boto de alegría.
Aproveché la situación para reforzar ese cambio que estaba realizando ya que para ella era algo muy importante.
¿Te animas a no “estar a dieta”?